jueves, 25 de agosto de 2011

CLASE 2: La Iniciación en sentido amplio








Luego de mirar nuestra realidad pastoral a la luz del desafío de asumir la Iniciación Cristiana como clave de renovación de la catequesis vamos a adentrarnos en el concepto de Iniciación en sentido amplio para profundizar su significado

En esta Aula Abierta nos proponemos
-hacer una breve descripción del significado de la Iniciación desde una perspectiva sociológica y antropológica.
-brindar elementos que nos permitan comprender el lenguaje propio de la iniciación.

¿Qué es un rito de iniciación?[1] Un rito de paso -o de iniciación- es uno de los rituales culturales más fundamentales, más característicos, más arcaicos y más olvidados hoy en día. Tradicionalmente, desde las culturas más antiguas, las iniciaciones consisten en una ceremonia durante la que una o varias personas mueren al pasado, a lo caduco, a la infancia, a la juventud, a la vida de soltero, a la vida secular... para adentrarse a un nuevo conjunto de símbolos, a una renovada concepción de la existencia y de participación en el mundo. Es por esto que un rito de paso también podría explicarse como un “morir a lo antiguo para nacer a lo nuevo”.

En algunas culturas estas iniciaciones solían llevarse a cabo en el momento de la transición de la infancia a la vida adulta, o también en el momento del matrimonio, o durante la entrada en la vida religiosa. Guiados por una figura de autoridad (el chamán, los mayores de la tribu, el sacerdote) la persona que se adentra en este ritual altamente estructurado experimenta una muerte del ego y un retorno al caos, seguidos por un acceso a las fuentes de significado y símbolos culturales, emergiendo renovado como persona y conocedor de una nueva mitología, de contenidos propios de la cultura...

Y en esto se diferencian, en buena medida, las culturas antiguas de nuestra civilización -progresista, histórica y lineal. La sociedad en la que vivimos no entiende el mundo como un proceso cíclico, de muerte y renacimiento (de renovación periódica) sino que concibe la existencia y la evolución como algo lineal: como un progreso sin fin, sin límite. Lo más parecido que nos queda a una iniciación es la formación universitaria, que es una iniciación en el mundo de la técnica -a la ingeniería, la informática, a la formación de técnicos de toda clase. Pero esta no es una iniciación humana, cultural, sino que es de tipo productivo, relacionado con el dominio del mundo, de la materia.

La iniciación consiste en llevar al individuo al conocimiento de ciertos datos hasta entonces ocultos e instruirlo en un grupo determinado, donde se lo llama a vivir una nueva existencia. El contenido de la iniciación son una serie de ritos altamente simbólicos y enseñanzas éticos prácticas con miras a la adquisición de un cierto poder y una cierta sabiduría, basado en un conocimiento esotérico y que irán a desembocar en la modificación de la posición social o religiosa del individuo.

Nuestra sociedad moderna ha olvidado la importancia de la iniciación. Tan solo el cristianismo ha conservado el misterio iniciático del bautismo, que modifica el estatus ontológico del iniciado... el neófito es introducido en la comunidad humana y en el mundo de los valores espirituales... La iniciación representa un nuevo nacimiento y el hombre de la cultura arcaica ha comprendido perfectamente este simbolismo. en los ritos que nos ha dejado podemos observar sus esfuerzos por trascender la condición humana y situarse en el cosmos de un modo significativo... Ritos de iniciación: 1) ritos colectivos que sellan el paso de la infancia o de la adolescencia a la edad adulta. Se trata de los ritos de la pubertad, las iniciaciones tribales obligatorias para todos los miembros de la comunidad o etnia. 2) los ritos de ingreso en las sociedades secretas, en las órdenes religiosas y militares... o en las sociedades secretas reservadas a las mujeres... en su iniciación trasmite a los neófitos un conocimiento secreto con vistas a la salvación; 3) todos los ritos que sellan el ingreso a una vocación mística: el chamán o el «hombre que cura» (medicine man)”[2]

Mirada a los ritos iniciáticos en otras culturas

Se dice que una de las características del mundo moderno es la desaparición de ritos significativos de iniciación. La originalidad del hombre contemporáneo, su novedad en comparación con las sociedades tradicionales, yace en su voluntad de considerarse un ser puramente histórico, en su deseo de vivir en un cosmos básicamente desacralizado.

El término iniciación, en el sentido más amplio, denota un cuerpo de ritos y enseñanzas orales cuyo propósito es producir una alteración decisiva en la situación religiosa y social de la persona iniciada. En términos filosóficos, la iniciación es el equivalente a un cambio básico en la condición existencial; el novicio emerge de su dura experiencia dotado con un ser totalmente diferente del que poseía antes de su iniciación; se ha convertido en otro.

Entre las diversas categorías de iniciación, la de la pubertad es particularmente importante para poder comprender al hombre premoderno. En algunas culturas esos "ritos de paso" son obligatorios para todos los jóvenes de la tribu. Para ganarse el derecho a ser admitido entre los adultos, el adolescente deberá pasar a través de una serie de rituales iniciáticos. Gracias a esos ritos y a las revelaciones que comportan, será reconocido como un miembro responsable de la sociedad. La iniciación introduce al candidato en la comunidad humana y en un mundo de valores espirituales y culturales. No sólo aprende las pautas de conducta, las técnicas y las instituciones de los adultos, sino que también tiene acceso a los mitos y tradiciones sagradas de la tribu, a los nombres y la historia de sus obras.

Por encima de todo, aprende las relaciones místicas entre la tribu y los seres sobrenaturales tal y como fueron establecidas al principio de los tiempos. Toda sociedad primitiva posee un cuerpo consistente de tradiciones míticas, una "concepción del mundo". Y esta concepción es la que le es gradualmente revelada al novicio en el transcurso de su iniciación. Lo que comporta no es una simple instrucción en el sentido moderno de la palabra. A fin de ser digno de las enseñanzas, el novicio debe ser primero preparado espiritualmente. Porque lo que aprende concerniente al mundo y a la vida humana no constituye un conocimiento en el sentido moderno del término, una información objetiva y dividida en secciones, sujeta a correcciones y añadidos indefinidos.

Conocer los mitos no es (como se creía en el siglo pasado) hacerse consciente de la regularidad de ciertos fenómenos cósmicos (el curso solar, el ciclo lunar, el ritmo de la vegetación, y otros semejantes); es, en primer lugar, conocer lo que ha sucedido en el mundo, lo que realmente ha sucedido, lo que los dioses y los héroes civilizadores hicieron, sus obras o trabajos, aventuras y dramas. Es conocer una historia divina, que no obstante sigue siendo una "historia", es decir, una serie de acontecimientos imprevisibles, aunque consistentes y significativos.

En términos modernos podríamos decir que la iniciación pone punto y final al hombre natural e introduce al iniciado en la cultura. Pero para las sociedades arcaicas, la cultura no es un producto humano, pues su origen es sobrenatural. Y eso no es todo. Es a través de la cultura como el hombre restablece contacto con el mundo de los dioses y otros seres sobrenaturales y participa en sus energías creativas. El mundo de los seres sobrenaturales es el mundo en el que las cosas suceden por primera vez: el mundo en el que empezaron a existir el primer árbol y el primer animal; en el que un acto -que a partir de entonces ha sido religiosamente repetido- fue realizado por vez primera (caminar adoptando una postura determinada, desenterrar un tubérculo específico, ir de caza durante una fase lunar determinada); en el que los dioses o los héroes, por ejemplo, tienen tal y cual encuentro, sufren tal y cual contratiempo, pronuncian una palabras en particular, proclaman unas normas específicas. Los mitos nos llevan a un mundo que no podemos describir únicamente como "narrado", porque consiste en la historia de actos realizados libremente, de decisiones imprevistas, de transformaciones fabulosas, y de otras cosas por el estilo. Es, en pocas palabras, la historia de todo lo significativo que ha sucedido desde la creación del mundo, de todos los acontecimientos que han contribuido a hacer del hombre lo que es en la actualidad. El novicio, al que la iniciación introduce a las tradiciones mitológicas de la tribu, es introducido a la historia sagrada del mundo y de la humanidad.

Esa es la razón por la que la iniciación resulta tan importante para un conocimiento del hombre premoderno. Revela la seriedad casi pasmosa con la que el hombre de las sociedades arcaicas asumía la responsabilidad de recibir y transmitir valores espirituales.

Para comprender el significado y el papel de la iniciación, el historiador de la religión mira los ritos en las distintas religiones. El historiador también se separa del sociólogo, ya que su principal preocupación es comprender la experiencia religiosa de la iniciación e interpretar el significado más profundo del simbolismo presente en los mitos y ritos iniciáticos. En definitiva, la ambición del historiador de la religión es llegar a la situación existencial asumida por el hombre religioso durante la experiencia iniciática, y hacer que esa experiencia primordial resulte inteligible para sus contemporáneos.

La iniciación representa uno de los fenómenos espirituales más significativos de la historia de la humanidad. Es un acto que implica no sólo la vida religiosa del individuo, en el sentido moderno de la palabra "religión"; también incluye toda su vida. A través de la iniciación, en las sociedades primitivas y arcaicas, el hombre se convierte en lo que es y en lo que debe ser: un ser abierto a la vida del espíritu, y por lo tanto, alguien que participa en la cultura en la que ha nacido. Porque, como veremos más adelante, la iniciación de la pubertad representa por encima de todo la revelación de lo sagrado, y, para el mundo primitivo, lo sagrado no sólo significa todo lo que ahora entendemos por religión, sino también todo el cuerpo de tradiciones mitológicas y culturales de la tribu. En muchos casos, los ritos de la pubertad, en uno u otro sentido, implican la revelación de la sexualidad, pero para todo el mundo premoderno, la sexualidad también participa de lo sagrado. En pocas palabras, a través de la iniciación, el candidato pasa más allá del medio natural -el medio del niño- y gana acceso al medio cultural; es decir, es introducido a los valores espirituales. Desde un cierto punto de vista podría casi decirse que, para el mundo primitivo, los hombres alcanzan el estatus de seres humanos a través de la iniciación. Antes de la iniciación no comparte por completo la condición humana precisamente porque todavía no tienen acceso a la vida religiosa. Por eso la iniciación representa una experiencia decisiva para cualquier individuo miembro de una sociedad premoderna; es una experiencia existencial fundamental porque a través de ella el hombre es capaz de asumir su modo de ser de manera completa.

Por ejemplo, la iniciación de la pubertad empieza con un acto de ruptura: el niño o el adolescente es separado de su madre, y en ocasiones la separación es llevada a cabo de un modo deliberadamente brutal. Pero la iniciación no sólo incumbe a los jóvenes novicios. La ceremonia incluye a la tribu por completo. Se está instruyendo a toda una nueva generación, se la está adecuando para ser integrada en la comunidad de los adultos. Y por ello, a través de la repetición, de la reactualización, de los ritos tradicionales, tiene lugar la regeneración de toda la comunidad. Ésa es la razón por la que en las sociedades primitivas las iniciaciones forman parte de los festivales religiosos más importantes.


[1] Cf. Mircea Eliade, Nacimiento y renacimiento, significado de la iniciación en la cultura humana, Editorial Kairos, 2001

[2] Ries, Julien, Los ritos de Iniciación, Bilbao, EGA, 1994, p. 17 y 18

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