jueves, 25 de agosto de 2011

CLASE 2: PARA AMPLIAR Y PROFUNDIZAR

Los invitamos a leer, reflexionar y rezar con los textos propuestos en el Anexo.

En qué se inician hoy los sujetos, mirada antropo-sociológica.

Los temas iniciáticos permanecen vivos sobre todo en el inconsciente del hombre moderno. Esa opinión viene confirmada no sólo por el simbolismo iniciático de ciertas creaciones artísticas -poemas, novelas, obras plásticas, películas-, sino también por su aceptación pública. Una aceptación tan masiva y espontánea demuestra, me parece a mí, que, en lo profundo de su ser, el hombre moderno sigue siendo capaz de dejarse impresionar por escenarios o mensajes iniciáticos. Es posible encontrar temas iniciáticos incluso en la terminología utilizada para interpretar dichas obras. Por ejemplo, tal o cual libro o película se diría que redescubre los mitos y pruebas del héroe en busca de la inmortalidad, que toca el misterio de la redención del mundo, para revelar los secretos de la regeneración a través de la mujer o el amor, y otras cosas por el estilo.

El rito de la madurez suele ir ligado a los desposorios. Ambos tienen la finalidad de perpetuar el futuro de la tribu mediante la posibilidad de tener descendencia. En algunas sociedades primitivas se valora más el matrimonio exógeno (con personas de otra tribu y familia) tal vez para garantizar, inconscientemente, que la mezcla genética contribuya a mejorar la raza. El incesto está explícitamente prohibido en cualquier cultura. Las bodas de hoy en día, dejando aparte las connotaciones religiosas, que se van perdiendo progresivamente, no dejan de ser una celebración en que se construye un nuevo núcleo familiar y los progenitores de ambos cónyuges respiran tranquilos ("¡Por fin lo/la he colocado/a!") al ver su continuidad asegurada. Las muy en boga despedidas de soltero/a con espectáculo pornográfico y prostitución no son más que un modo bastante chabacano -pero esto no viene al caso- de concienciar al cónyuge de que deberá renunciar a su libertad sexual a partir de ese momento.

La jubilación es un rito de paso no habitual en las sociedades anteriores. El progreso económico ha permitido que las personas que llegan a una cierta edad puedan descansar sin más, ya que lo que han cotizado durante toda su vida laboral debería bastar para mantenerse el resto de su vida. Por eso, muchos la celebran con ganas. En ocasiones, sin embargo, el jubilado padece el síndrome de "Y ahora qué": el embrutecimiento de la vida de mucha gente que ha vivido para trabajar, y no al contrario, hace que teman la jubilación porque no han desarrollado inquietudes que puedan llenar su recién adquirido tiempo libre.[1]

No resulta sorprendente que los críticos se muestren cada vez más atraídos por las implicaciones religiosas y, sobre todo, por el simbolismo iniciático de las obras literarias modernas. La literatura juega una parte importante en la civilización contemporánea. El mismo leer, como distracción y escape del presente histórico, constituye uno de los rasgos característicos del hombre moderno. Por ello no sólo es natural que el hombre moderno busque satisfacer sus necesidades religiosas suprimidas o inadecuadamente satisfechas, mediante la lectura de ciertos libros que, aunque en apariencia "seculares", de hecho contienen ciertas figuras mitológicas camufladas como personajes contemporáneos y que ofrecen escenarios iniciáticos bajo la apariencia de sucesos cotidianos.

La iniciación reside en el núcleo de cualquier vida humana genuina. Y eso es así por dos razones. La primera es que cualquier vida humana genuina implica crisis profundas, sufrimiento, pruebas, pérdida y reconquista del yo, "muerte y resurrección". La segunda es que, sea cual sea el grado de satisfacción que le haya reportado, en un cierto momento todo hombre considera su vida como un fracaso. Esta visión no surge de un enjuiciamiento moral acerca de su pasado, sino de la turbia sensación de que ha errado en su vocación; que ha traicionado lo mejor que había en él. En esos momentos de total crisis, sólo una esperanza parece ofrecer una salida: la esperanza de empezar a vivir de nuevo. Eso significa, en pocas palabras, que el hombre que experimenta dicha crisis sueña con una vida nueva, regenerada, totalmente realizada y significativa. Eso es diferente y bastante más que el oscuro deseo de toda alma humana de renovarse a sí misma periódicamente, de igual manera que se renueva el cosmos. La esperanza y el sueño de esos momentos de total crisis es obtener una renovado total y definitiva, una renovación capaz de transmutar la vida. Una renovación así es el resultado de toda conversión religiosa auténtica y genuina.

Pero las conversiones genuinas y definitivas resultan comparativamente escasas en las sociedades modernas. Para nosotros resulta muy significativo que incluso, a veces, los hombres no religiosos, en lo profundo de su ser, sientan el deseo de este tipo de transformación espiritual, que en otras culturas constituye el auténtico objetivo de la iniciación. No nos compete a nosotros determinar hasta qué punto las iniciaciones tradicionales satisfacían sus promesas. El hecho que nos importa es que proclamaban su intención y afirmaban contar con los medios para transmutar la vida humana. La nostalgia de una renovación iniciática que surge de manera esporádica desde lo más profundo del hombre moderno no religioso nos parece muy significativa. Da la impresión de representar la formulación moderna del eterno anhelo del hombre por hallar un significado positivo a la muerte, por aceptar la muerte como un rito de paso hacia un modo de ser más elevado. Si podemos afirmar que la iniciación constituye una dimensión específica de la existencia humana, es sobre todo porque sólo en la iniciación se otorga un valor positivo a la muerte. La muerte prepara el nuevo nacimiento netamente espiritual, un acceso a un modo de ser no sujeto a la acción destructora del tiempo.

El lenguaje iniciático: signo y símbolo

Para Fromm, el lenguaje simbólico es un lenguaje en el que el mundo exterior constituye un símbolo del mundo interior, un símbolo que representa nuestra alma y nuestra mente.

Dice Erich Fromm: " Yo creo, por el contrario, que el lenguaje simbólico es el único idioma extranjero que todos debiéramos estudiar. Su comprensión nos pone en contacto con una de las fuentes más significativas de la sabiduría, la de los mitos, y con las capas más profundas de nuestra propia personalidad. Más aún, nos ayuda a entender un grado de experiencias que es específicamente humano porque es común a toda la humanidad, tanto en su tono como en su contenido".

Símbolo es "algo que representa otra cosa". Se pueden distinguir tres clases de símbolos: el convencional, el accidental y el universal. Sólo los dos últimos expresan experiencias internas como si fueran sensoriales, y sólo ellos poseen los elementos del lenguaje simbólico.

1. El símbolo convencional es el más conocido porque es el que empleamos en el lenguaje diario. Un ejemplo de este tipo de símbolo sería el lenguaje: el sonido m-e-s-a y el objeto mesa solo guardan entre ellos una relación convencional: nos hemos puesto de acuerdo para denominar así a ese objeto

2. El símbolo accidental es una asociación de carácter personal, estos símbolos no puede ser compartidos con nadie: por ejemplo, alguien que lo pasó muy mal en una ciudad la relacionará ya siempre con un estado de ánimo depresivo. Pero no existe una relación intrínseca entre el símbolo accidental y la realidad que representa. Los símbolos accidentales aparecen frecuentemente en los sueños.

3. El símbolo universal es aquel en el que hay una relación intrínseca entre el símbolo y lo que representa: el fuego, símbolo de voracidad, de cambio y permanencia al mismo tiempo, de poder y energía, de gracia y ligereza. Cuando usamos el fuego como símbolo, describimos con él una experiencia caracterizada por los mismos elementos que advertimos en la experiencia sensorial del fuego, una modalidad anímica de energía, ligereza, movimiento, gracia, alegría…

Para Fromm el lenguaje del símbolo universal es la única lengua común que ha producido la especie humana. Todo ser humano que comparte con el resto de la humanidad las características esenciales del conjunto mental y corporal es capaz de hablar y entender el lenguaje simbólico que se basa en esas propiedades comunes.[2]

Los signos y símbolos son entidades semióticas con propiedades diferenciadas. Un signo se da por la relación semiótica de lo designado, el designante y la representación; mientras que un símbolo es una representación gráfica que puede ser parte del signo.

Ambos transmiten ideas en las culturas prealfabetizadas o prácticamente analfabetas. Pero su utilidad no es menor entre las verbalmente alfabetizadas: al contrario, es mayor. En la sociedad tecnológicamente desarrollada, con su exigencia de comprensión inmediata, los signos y símbolos son muy eficaces para producir una respuesta rápida. Su estricta atención a los elementos visuales principales y su simplicidad estructural, proporcionan facilidad de percepción y memoria.

En las muchas etapas que componen la evolución, en la forma de comunicación humana, del desarrollo del lenguaje hablado a la escritura, los signos visuales representan la transición de la perspectiva visual, a través de las figuras y los pictogramas, a las señales abstractas. Sistemas de notación capaces de transmitir el significado de conceptos, palabras o sonidos simples.

Características de los signos y símbolos

Un símbolo es la representación perceptible de una realidad, con rasgos asociados por una convención socialmente aceptada. Es un signo sin semejanza ni contigüidad, que solamente posee un vínculo convencional entre su significante y su denotado, además de una clase intencional para su designado. El vínculo convencional nos permite distinguir al símbolo del icono como del índice y el carácter de intención para distinguirlo del nombre.

Los símbolos son pictografías con significado propio. Muchos grupos tienen símbolos que los representan; existen símbolos referentes a diversas asociaciones culturales: artísticas, religiosas, políticas, comerciales, deportivas, etc

Los signos pueden ser comprendidos por los seres humanos y, algunos, por los animales; los símbolos no. Los signos señalan; son específicos de un cometido o una circunstancia. Los símbolos tienen un significado más amplio y menos concreto.

Los signos y símbolos, sin semejanza física con la información que representan, poseen significados únicamente por un acuerdo importante campo de estudio: la semiótica. Ésta trata tanto la función de los signos en el proceso de comunicación, como el lugar de los síntomas en el diagnóstico médico. En la comunicación, los signos y señales aparecen, en general, en estructuras similarmente ilógicas. A veces requieren un planteamiento intuitivo que extraiga su sentido y que, por consiguiente, los haga susceptibles de interpretación creativa. Intuición, inspiración, resolución creativa de problemas..., como quiera que lo denominemos esta actividad no posee ninguna lógica, ningún patrón previsible. De la organización de signos inconexos surge la liberación de la lógica hacia el salto de la interpretación. Lo podemos llamar inspiración, pero es una forma particular de inteligencia. Es la aptitud esencial de cualquiera que debe organizar información diversa y extraer un sentido de ésta.

Los símbolos pueden componerse de información realista, extraídas del entorno, fácil de reconocer, o también por formas, tonos, colores, texturas..., elementos visuales básicos que no guardan ninguna similitud con los objetos del entorno natural. No poseen ningún significado, excepto el que se les asigna. Existen muchas formas de clasificar a los símbolos; pueden ser simples o complicados, obvios u oscuros, eficaces o inútiles. Su valor se puede determinar según hasta donde penetran la mente pública en términos de reconocimiento y memoria.

ESTE TEMA NOS INTERPELA

Mirando la realidad pastoral donde desarrolla su tarea catequística:

- Cuáles son los rituales cotidianos que todos cumplimos? ¿Qué importancia tiene la actividad ritual para toda cultura? Buscar dos rituales propios de la cultura del lugar donde se vive ( país o provincia) e investigarlos tratando de precisar: origen , ¿cuánto tiempo hace que está vigente?, en su opinión personal ¿se va a mantener en el tiempo?

- Relacionar las notas esenciales de la iniciación en sentido amplio con lo que es la Iniciación Cristiana (por ejemplo: “un rito de paso también podría explicarse como un “morir a lo antiguo para nacer a lo nuevo”. ¿qué relación tiene esto por ejemplo con el sacramento del Bautismo?)

- ¿Cómo les parece que se puede profundizar la formación en el lenguaje simbólico?

REZAMOS LO APRENDIDO

Una oración de Bruno Forte[3] nos ayuda a descubrir los signos a través de los cuales Dios se comunica con nosotros como amigo:

Es una historia de amor y de fidelidad

la que tú comienzas y prosigues para siempre con nosotros.

Se lava la carne

para que se purifique el alma;

se unge la carne

para consagrar el alma;

se signa la carne

para fortalecer el alma;

se imponen las manos sobre la carne

para iluminar el alma;

se nutre la carne

con el cuerpo y la sangre de Cristo

para que el alma se sacie de Dios. (Tertuliano, De resurrectione)

Ayúdanos a corresponder

a este don contínuo

de tu misericordia por nosotros.

Y tú, que no desdeñaste acompañarnos

en la humildad de nuestro camino

y en las exigencias tan humanas

de nuestro crecimiento,

haz que también nosotros

sepamos acompañarte, Dios fiel,

en la historia siempre nueva

de tu amor por nosotros. Amén



[1] Material de consulta: http://www.historia-religiones.com.ar/los-ritos-de-paso-en-la-sociedad-actual-103

[2] CF. Erich Fromm. El lenguaje olvidado. Librería Hachette S.A.: Buenos Aires, 1972

[3] Forte, Bruno, Introducción a los sacramentos, Paulinas, Madrid, 1996

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