jueves, 25 de agosto de 2011

CLASE 3 : Iniciación Cristiana, en la historia










Habiendo profundizado en el concepto amplio del término Iniciación y su importancia en las distintas culturas, vamos a entrar de lleno en lo que es la Iniciación Cristiana.

En este módulo nos proponemos:

- Profundizar la definición de lo que significa el término Iniciación Cristiana en el marco de lo que nos pide a los catequistas la Vº Conferencia de Aparecida.

- Constatar cómo se ha presentado la Iniciación cristiana en algunas etapas de la historia de la Iglesia.

- Proponer el modelo catecumenal como el paradigma para renovar nuestra catequesis.


Qué entendemos por iniciación cristiana.


«La iniciación cristiana es ante todo un acontecimiento que se integra y continúa en la historia salvífica, un kairos, que actualiza el amor de Dios respecto de la persona, que transmite la gracia divinizadora: Dios actúa sobre el hombre haciéndole posible que reciba y goce la vida nueva de Cristo; es la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de Cristo, y por lo mismo la experiencia gozosa de la transfiguración mediante la inserción real en Cristo, por a fuerza de su Misterio Pascual, para la comunión con el Padre en el Espíritu Santo.

La originalidad de la iniciación cristiana es la acción e iniciativa de Dios, que se vale de la ministerialidad de la Iglesia, que transforma interiormente el corazón de quien responde haciéndolo partícipe en el misterio pascual de Cristo, identificándolo progresivamente con Él e integrándolo en la comunión con su Cuerpo que es la Iglesia. La gracia de Dios es la que atrae y gratuitamente otorga el don de la fe y de la salvación[1], en una comunidad cristiana, la cual es a la vez fuente, lugar y meta de este servicio[2]. En otras palabras, la iniciación cristiana “es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado”[3].

La iniciación cristiana, propiamente hablando, se refiere a la primera iniciación en los misterios de fe –sea en forma de catecumenado bautismal para los no bautizados, sea en la forma de catecumenado postbautismal para los bautizados no suficientemente catequizados o evangelizados-[4] y es toda ella como un gran sacramento, y si bien cada uno de los sacramentos que en ella se celebran son distintos entre sí, sin embargo, todos ellos conforman una gran acción simbólica, más aún, el mismo catecumenado es parte de este gran sacramento, no instrucción preliminar, sino parte constitutiva del sacramento mismo[5].

Entendemos que el sacramento no es la simple realización del acto litúrgico, sino una acción simbólica dialogal de Dios hacia el hombre a través de la Iglesia, que comunica una gracia –gracia “histórica”, podríamos decir, en cuanto que es ofrecida y recibida en un momento concreto de la vida de un sujeto, pero gracia “eterna” en cuanto es la misma vida de Dios y por lo tanto para el hombre que la recibe siempre nueva y, de alguna manera, “actualizándose”.

Por su aspecto dialogal, es expectante de una nueva y fiel respuesta por parte del hombre. Supone, pues, un proceso, un largo camino, que exige la contribución y el esfuerzo de todas las facultades del hombre, entendimiento, voluntad, corazón. En este sentido la iniciación cristiana encierra un dinamismo de crecimiento que se verá plenificado cuanto “Cristo sea todo en todos”.» [6]

Se trata del proceso mediante el cual una persona es introducida en el Misterio de Cristo. ¿Por qué es necesario?

Porque:

- La fe evangélica no es algo con lo que ya se nace.

- El acceso al misterio cristiano es un proceso largo, siempre personal y original, pero nunca privado. Exige de la comunidad. Es en la comunidad de la Iglesia donde se percibe un testimonio, a veces silencioso de muchos cristianos con una disponibilidad y entrega generosa a su compromiso cristiano

- La fe no es un simple saber.

- La Iglesia necesita identificarse, no en un grupo cualquiera entre tantos que hay en la sociedad. Necesita identificación.

- No sólo hace falta identificación (identidad); también necesita de pertenencia, y esto lleva tiempo. Hace falta tiempo para creer.

La Iniciación Cristiana busca ser escuela de cristianismo es decir:

· enseñanza y aprendizaje,

· testimonio y seguimiento de la fe,

· en una palabra experiencia de Dios.

En este itinerario acontecen: el primer anuncio o kerygma, la catequesis, la experiencia de oración personal y litúrgica, la participación sacramental, la experiencia de fraternidad o de vida comunitaria, la toma de conciencia del compromiso social para compartir y servir.

La iniciación cristiana…

- Es, ante todo, obra del amor de Dios, que en su bondad y sabiduría ha querido “revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad: por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina”.

- Es Dios quien sale a nuestro encuentro amorosamente, nos manifiesta su proyecto de salvación para la humanidad y nos da con abundancia los tesoros de la vida divina.

- Es sólo Dios quien puede cambiar en el hombre su corazón de piedra por un corazón de carne (Ez. 36,26); dar vida a los huesos secos y quebrantados (Ez. 37,5); hacer que el ser humano vuelva a nacer por el agua y el Espíritu (Jn. 3, 5), ingertarle en la vid verdadera que asegura la permanencia en la vida (Jn. 15,5), nutrirle con el pan bajado del cielo que da la vida eterna (Jn.6,51).

La iniciación cristiana es gracia benevolente y transformadora, que nos precede eligiéndonos para ser sus hijos adoptivos, y nos da la vida verdadera, bendiciéndonos en Cristo, de modo que, en verdad, podemos decir: “Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado” (Ef. 1, 3-6).

Así, pues, la iniciación cristiana es, en primer lugar, don del Padre que por su Hijo y el Espíritu Santo hace a los hombres hijos de Dios y coherederos de Cristo. Es, pues, obra de la Santísima Trinidad. La propia unión orgánica de los tres sacramentos de la iniciación (Bautismo, Confirmación y Eucaristía) está expresando la unidad de la obra trinitaria de la iniciación cristiana.

Esta obra del amor de Dios, que es la iniciación cristiana, se realiza en la Iglesia y por mediación de la Iglesia. A ella le ha sido encomendada por Cristo la misión, que a su vez él había recibido del Padre, de anunciar y llevar a plenitud la salvación.

La Pedagogía de la Iniciación en Jesucristo

Un ejercicio de gran importancia sería que revisemos en la Escritura los textos del Evangelio que tengan relación con la Iniciación Cristiana, o aquellos que nos muestren la pedagogía iniciática de Jesús. Damos un ejemplo:

El Ángel del Señor dijo a Felipe: «Levántate y ve hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto». Él se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y camina junto a su carro». Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: «¿Comprendes lo que estás leyendo?». Él respondió: «¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?». Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:

Como oveja fue llevado al matadero;

y como cordero que no se queja ante el que lo esquila,

así él no abrió la boca.

En su humillación, le fue negada la justicia.

¿Quién podrá hablar de su descendencia,

ya que su vida es arrancada de la tierra?

El etíope preguntó a Felipe: «Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?». Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús. Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: «Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?». Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el etíope no lo vio más, pero seguía gozoso su camino. Felipe se encontró en Azoto, y en todas las ciudades por donde pasaba iba anunciando la Buena Noticia, hasta que llegó a Cesarea.

(Hch 8, 26-41)

Un texto que nos muestra claramente como la tarea de la transmisión de la Fe es obra del Espíritu en su Iglesia. Se trata de una proceso donde:

- se espera el tiempo de la persona

- se le suscita la pregunta vital por el sentido

- se le hace el anuncio del kerygma

- para que así, desde su libertad, el otro elija seguir a Cristo y

- finalmente pida el Bautismo.

Desde los primeros tiempos de la Iglesia este ha sido el camino para la formación de discípulos.


[1] Cf. Jn. 6,65; CEC 153-154.

[2] Cf. DGC, 158.

[3] DA, 288.

[4] DA, 288. 293.

[5] Cf. RATZINGER, J. Teoría de los principios teológicos, Barcelona, 1985, 40. Citado por Antonio Cañizares y Manuel del Campo en: Evangelización, catequesis, catequistas. Pág. 156.

[6] Lineamientos y orientaciones para la Renovación de la Catequesis de Iniciación Cristiana , Parte II Lineamientos

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